Artículo escrito por Sandra Gutiérrez • 14 de febrero 2024
Mural de Memita
Concepción de Ataco, una pintoresca ciudad colonial enclavada en las tierras altas del oeste de El Salvador, es un lienzo de murales vibrantes que cuentan historias de cultura, resistencia y comunidad. Entre estas cautivadoras obras de arte destaca una figura: Memita.
Los orígenes de Memita se remontan a los primeros días del movimiento muralista de Ataco. En 2003, una nativa del pueblo, Cristina Pineda, regresó tras una larga estancia en la capital, San Salvador. Impulsada por su pasión personal, pintó el lateral de su tienda de artesanía con curiosos gatos azules, utilizando los colores de la bandera salvadoreña. Estas figuras felinas llamaron la atención de la gente del pueblo y desataron un incendio creativo.
Inspirados por la atrevida expresión de Cristina, otros vecinos empezaron a adornar sus casas con murales. Ataco se transformó en una galería callejera, donde cada pared se convertía en un lienzo. En medio de este fervor artístico, dos hermanos, Bruno y Fabricio Jiménez, dieron un paso al frente.
Bruno y Fabricio, sin experiencia previa como artistas, se embarcaron en una misión. Crearon un mural al que llamaron cariñosamente Memita. Este mural era algo más que pintura en una pared: era una celebración de las admirables cualidades de las mujeres salvadoreñas. Memita, basada en su propia madre, Noemí, apareció con ojos grandes, pelo largo y oscuro y piel morena, una representación universal de la fuerza, la belleza y la resistencia.
Primer plano de Memita
Memita trascendió las calles de Ataco. Su imagen caló hondo y se convirtió en un símbolo nacional. Turistas y lugareños la buscan por igual, atraídos por la calidez y familiaridad que desprende. Memita encarna el espíritu de El Salvador: una mezcla de tradición, valentía y amor inquebrantable por la familia y la comunidad.
Concepción de Ataco lleva el corazón en sus paredes. Memita, con su mirada intemporal, nos invita a celebrar lo ordinario y a encontrar la belleza en los momentos cotidianos. Mientras paseas por las calles de Ataco, deja que los murales te susurren sus historias, y quizás, vislumbres un poco del espíritu de Memita dentro de ti.
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